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Un menú lleno de recuerdos

A Luis Humberto Quintana Terrazas le tocó vivir muy joven los días más intensos de violencia que sufrió nuestra ciudad. La muerte de su mejor amigo del barrio lo hizo reflexionar sobre lo que quería de la vida. Fue así que luego de trabajar de lavaplatos a los 16 años en el restaurante Abelini decidió emigrar a Veracruz a estudiar gastronomía, aquí el costo de la carrera  no estaba dentro de sus posibilidades.

Para Luis Humberto, la resiliencia dejó de ser solo un concepto para convertirse en su forma de vida.

“En Veracruz trabajé haciendo cloro, en la obra, en lo que podía para pagarme mis estudios”, recuerda el técnico en gastronomía.

Luego de participar en un evento invitado por un profesor, donde conoció a chefs de Cancún que lo invitaron a Playa del Carmen a trabajar, empezó su travesía culinaria.

Empezar de cero

“Cuando llegué a Playa del Carmen me di cuenta que no sabía nada, y además no recibiría pago, sin embargo eso no me detuvo, en Veracruz tenía que trabajar para pagar la escuela. “Yo no tenía dinero pero tenía tiempo, así decidí invertir ese tiempo en aprender”, cuenta Luis Humberto al narrar su historia.

Esa actitud lo ayudó a ir avanzando en los puestos que ofrecía el restaurante, primero como ayudante, luego como cocinero y después como ‘chef de partie’.

Pero para el juarense su camino apenas iniciaba. Al ver en Cozumel la llegada de cruceros, pasó por su mente trabajar en uno de ellos. Investigó y así llegó al Princess Cruises.

“Mi recorrido en el Princess empezó en Londres para luego llegar a diferentes destinos, Canadá, la costa de América, Hawaii, México, Alaska. “Le di la vuelta a América en el crucero”, plática sobre su travesía el juarense.

Construye su camino gastronómico 

Cuando terminó su recorrido regresó a Ciudad Juárez pero cuando menos pensó se había quedado sin dinero para regresar, entonces nació la idea de tener su propio local y así nació “Las dos Marías”, restaurante que se ubica en Pradera Dorada, zona donde también creció porque ahí vivía una de sus abuelas. 

“Al principio no tenía ni equipo para trabajar, usaba lo que tenía mi mamá y mi abuela y hasta miedo me daba cuando llegaba gente”, cuenta Luis.

Sin embargo fue otro reto que pudo superar, hoy el lugar continúa ya posicionado y con una oferta gastronómica enriquecida con los conocimientos que el juarense ha adquirido por su paso por Europa. Hoy ofrecerá una cena especial que ha llamado “La maleta del chef”, donde fusiona ingrediente que ha traído desde Francia, ciudad donde reside junto a su esposa e hija, y otros que son típicos de esta región.

Trabajo comunitario

Luis Humberto Quintana Terrazas por coincidencia o ‘Diosidencias’ como lo llama su amigo Chumel, se reencontraron luego de no verse desde que terminaron la prepa.

“Chumel me invitó a trabajar en unos programas federales de comedores comunitarios, yo capacitaba a la gente en la cocina”. “Con el grupo participamos en concursos nacionales, ganamos el primer lugar en Puebla y luego el segundo en Oaxaca al año siguiente”, recuerda el chef.

Su vida en Europa

Por cuestiones personales Luis Humberto viajó a Francia, en la boda de su hermano conoció a quien hoy es su esposa. Para seguir viendo a la joven que acababa de conocer y luego de relacionarse a distancia, lo hizo decidir irse a vivir a Francia. Y aunque no fue fácil encontrar trabajo, su perseverancia lo llevó hasta el restaurante de cocina mexicana, ‘El Catrin’ en Suiza, el primero que le abrió las puertas de su cocina.

Ahí como en todo empezó desde abajo hasta pasar de ser chef del restaurante a director, puesto que desempeña hasta el momento.

Transformar los recuerdos en platillos

“Mis abuelas fueron buenas cocineras, a mi abuelo y a mi papá siempre los contrataban para hacer carnitas y desde chiquito los fui viendo y así fui descubriendo el amor por la cocina”. “Más que recetas fue transformar mis recuerdos de infancia a un plato, no fue por las escuelas de cocina, fue por mi infancia, que aprendí a transformar los olores y colores en platillos.

De ahí el nombre que lleva su restaurante “Las dos Marías” en honor a sus abuelas, piezas claves en su historia con la cocina.